Reflexión de la CEO de cara a 2025
2024 marcó el vigésimo aniversario de la Open Knowledge Foundation (OKFN). Junto con otros actores del movimiento, la organización se cuestionó activamente su papel en los años venideros. Cuando se fundó nuestra organización, menos de diez millones de personas estaban conectadas a Internet. Sin embargo, un número mucho mayor tenía en sus manos artefactos digitales que permitían crear programas y sistemas, y difundir conocimientos a escala masiva. Millones de personas ya tenían acceso a fotocopiadoras, ordenadores personales, grabadoras de CD, disquetes y tarjetas de control. Así que, cuando llegó la conectividad, ya había personas y comunidades capacitadas para relacionarse de manera emancipada con las tecnologías digitales y los proyectos colectivos, colaborativos y transnacionales estaban floreciendo en muchos lugares, incluido el nuestro.
Nuestro planteamiento inicial fue muy experimental y pionero en muchas áreas en las que ni el Estado ni las empresas estaban aún profundamente involucrados, como los sistemas de datos abiertos o una arquitectura jurídica flexible para compartir a través y más allá de las prácticas estándar. Hemos conseguido cambiar los valores y las prácticas institucionales, y cientos de gobiernos e instituciones han adoptado nuestras herramientas y enfoques jurídicos, técnicos y sociales que permiten distribuir el poder, mejorar la rendición de cuentas y el compromiso cívico, y fomentar una cultura compartida.
Pero dos décadas después, la situación ha cambiado mucho. Contamos con cuatro veces más dispositivos conectados a Internet que recopilan datos que personas en el planeta. Los dispositivos conectados están controlados por unas pocas empresas poderosas y opacas. A pesar del aumento de la conectividad, las desigualdades han aumentado bruscamente, las guerras y las catástrofes climáticas son noticia diaria, mientras la agenda antiderechos y proguerra de los poderosos avanza rápidamente.
También hemos cambiado como sociedad; nuestra dinámica social con la tecnología es muy diferente de la del primer momento cívico, creativo y propositivo de hace dos décadas. Entonces, ¿cuál es hoy el papel de organizaciones como la nuestra? ¿Cómo podemos centrar nuestros esfuerzos en provocar un cambio profundo y duradero, en lugar de limitarnos a tomar aspirinas para los problemas actuales?
Este año hemos empezado a responder a estas preguntas a través de The Tech We Want, una nueva iniciativa para articular una visión positiva de cómo y por qué construimos tecnología, así como sus mecanismos de gobernanza, de forma participativa, como hemos hecho este año con el Open Data Editor. La tecnología que queremos es abierta, duradera, resistente y asequible, suficientemente buena para resolver los problemas de la gente, sostenible y democráticamente gobernada.
La tecnología que queremos es un medio, un vehículo para abrir el conocimiento, nuestro propósito, para ayudar a la gente a entender nuestro mundo, desbloquear los últimos avances científicos y hacer frente a los desafíos globales y locales, exponer las ineficiencias, desafiar la desigualdad y conseguir que los gobiernos y las empresas rindan cuentas. Es un vehículo para compartir el poder, inspirar la innovación y fomentar una cultura compartida.
Ahí es donde centraremos la mayor parte de nuestros esfuerzos en 2025, trabajando con nuestras comunidades y aliadxs, presentes y activxs en todos los continentes.
Seguiremos luchando por una sociedad del conocimiento y no por una sociedad de la vigilancia, que beneficie a muchos y no a unxs pocxs, y que se base en los principios de colaboración y no de control, capacitación y no de explotación, y compartir y no de monopolio. Al hacerlo, esperamos contar con ustedes, nuestras comunidades, a través de la tecnología que queremos, para seguir derribando las barreras que impiden el cambio.